jueves, 11 de diciembre de 2014

Los Dos Testigos

PERO EL PATIO QUE ESTA AFUERA DEL TEMPLO DÉJALO APARTE, Y NO LO MIDAS PORQUE A SIDO ENTREGADO A LOS GENTILES, Y ELLOS HOLLARÁN LA CIUDAD SANTA CUARENTA Y DOS MESES Y DARÉ A MIS DOS TESTIGOS QUE PROFETICEN POR MIL DOCIENTOS SESENTA DÍAS, VESTIDOS DE SILICIO. (APOCALIPSIS, 11-2-3)


Pero el patio que está afuera del templo déjalo aparte. 
Y no lo midas porque ha sido entregado a los gentiles, y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de silicio. (Apocalipsis, 11-2-3)
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del dios de la tierra.
Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir el de la misma manera.
Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo para guerrear contra ellos, los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grade ciudad.
Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de profecía; y tiene poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.


Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo para guerrear contra ellos, los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grade ciudad. 
Que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro señor fue crucificado.
Pero después de tres días y medio entro en ellos el espíritu de vida enviado por dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayo gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía; subid acá, y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados y los moradores de la tierra se regocijarán y se enviaran regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
Pero después de tres días y medio entro en ellos el espíritu de vida enviado por dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayo gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía; subid acá, y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
Y en aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres.
Y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al dios del cielo. (Apocalipsis, 11-4 al 13)

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