El sexto ángel tocó
la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que
estaba delante de dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: desata a
los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.
Y fueron desatados los cuatro ángeles
que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la
tercera parte de los hombres.
Y el número de los ejércitos de los
jinetes era doscientos millones. Yo oí su número. Así vi en visión los caballos
y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre.
Y las cabezas de los caballos eran como
cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre, por estas tres
plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el
azufre que salía de su boca.
Pues el poder de los caballos estaba en
su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban. (Apocalipsis, 9-13 al 19)
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